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Historia
Alhambra
La historia de Alhambra (Ciudad Real) es una de las más antiguas y documentadas de Castilla-La Mancha. El actual cerro que ocupa el municipio estuvo habitado desde hace más de 4.000 años, en los últimos tiempos de la Edad del Bronce, por tribus agrícolas y ganaderas que lo eligieron por su valor estratégico. Durante la Edad del Hierro, fue un importante oppidum ibérico del campo Oretano. Con la llegada de Roma, la ciudad, conocida entonces como *Laminium*, se convirtió en un enclave destacado por su posición sobre dos importantes vías comerciales, y por sus recursos mineros —plata, plomo y cinabrio— y piedra de afilar, mencionada por Plinio el Viejo. Tras la caída del Imperio, los visigodos dejaron una necrópolis rupestre como testimonio de su paso, mientras que los árabes fundaron el castillo y rebautizaron la ciudad como *Alhamrah*, “la Roja”, por el tono del terreno. El trazado urbano irregular, adaptado al cerro, también tiene origen islámico.
En la Edad Media, tras la conquista cristiana, Alhambra fue entregada por la Orden de Santiago al conde Don Álvaro Núñez de Lara, iniciándose una etapa de repoblación que dio origen a varias aldeas, algunas de las cuales se transformaron con el tiempo en villas independientes. El municipio alcanzó su esplendor en el siglo XIV, con una población de unos 4.000 habitantes. Sin embargo, su relevancia disminuyó con la llegada de los Reyes Católicos y el final de la Reconquista. Hoy, Alhambra es reconocida por su importancia arqueológica, avalada por hallazgos de todas las épocas: esculturas ibéricas, inscripciones romanas y la única ceca prerromana conocida en la Oretania septentrional. Gracias al trabajo conjunto del Ayuntamiento y asociaciones locales, las excavaciones han consolidado a Alhambra como uno de los núcleos de poblamiento continuado más antiguos de la región, haciendo de esta localidad un referente histórico en pleno corazón del Campo de Montiel.