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Historia
San Carlos del Valle
San Carlos del Valle, en pleno corazón del Campo de Montiel, guarda una historia que se remonta a tiempos prehistóricos. En su entorno se han hallado restos arqueológicos del Paleolítico, así como vestigios romanos y árabes. En los montes que rodean el pueblo —como El Castillejo, El Serijo o La Allozosa— se han encontrado hachas de piedra, cerámicas, monedas y utensilios que hablan de antiguos asentamientos. Incluso junto al río Azuer aún se conservan norias con arcos de ladrillo y el llamado "Molino de los Moros", testigos mudos del paso musulmán por estas tierras. De la época romana cabe destacar la existencia de restos tales como ánforas, cráteras, ollas y cuencos, restos de vidrio y monedas.
Pero el verdadero origen de San Carlos del Valle tal y como lo conocemos hoy, está ligado a la fe y a una pintura milagrosa del Santo Cristo del Valle que apareció en la antigua ermita de Santa Elena, allá por los siglos XII o XIII. A medida que las peregrinaciones aumentaban, también lo hacía la necesidad de dar acogida a los fieles. Fue entonces cuando la Corona y la Orden de Santiago impulsaron la construcción de una iglesia monumental y dependencias para los peregrinos, dando lugar al majestuoso conjunto arquitectónico que hoy preside la plaza.
Ya en el siglo XVIII, con la obra finalizada bajo el reinado de Felipe V, el asentamiento fue creciendo, y Pablo de Olavide, en tiempos de Carlos III, diseñó el trazado regular del nuevo pueblo, ejemplo perfecto de urbanismo ilustrado. Finalmente, el 15 de diciembre de 1800, Carlos IV firmó la Carta Real que otorgaba a San Carlos del Valle la independencia administrativa. Desde entonces, este enclave único combina tradición, fe y una singularidad arquitectónica que lo convierte en una joya inesperada para quien decide visitarlo.