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Historia

Daimiel

Daimiel es una de esas ciudades donde la historia se respira en cada rincón. Situada en el corazón de Castilla-La Mancha, este municipio de la provincia de Ciudad Real cuenta con un pasado que se remonta a la Edad del Bronce. Prueba de ello es la Motilla del Azuer, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Península Ibérica y emblema de la Cultura de las Motillas. Este asentamiento fortificado, con el pozo más antiguo conocido de la región, demuestra que aquí, junto al río Azuer, ya se captaba y gestionaba el agua hace más de 4.000 años. A lo largo de los siglos, íberos, romanos, musulmanes y cristianos han dejado su huella en estas tierras fértiles del entorno del Guadiana.

 
Imagen de la Motilla del Azuer en el municipio de Daimiel
 

Durante la Edad Media, Daimiel se convirtió en enclave estratégico en la defensa del territorio y fue repoblado por la Orden de Calatrava. Aquí convivieron cristianos, judíos y moriscos, dejando un legado que aún se percibe en su arquitectura religiosa. La iglesia de Santa María La Mayor, iniciada en el siglo XIV, y la de San Pedro Apóstol, del siglo XVI, son testigos de aquel periodo de esplendor. El pueblo creció con fuerza gracias a la agricultura y a los molinos que regulaban las aguas del Guadiana. Aunque la Guerra de la Independencia supuso un retroceso, Daimiel resurgió con fuerza a partir de mediados del siglo XIX, impulsado por las reformas agrarias y la llegada del ferrocarril. En 1887 fue reconocida como ciudad por la reina regente María Cristina. Hoy, con más de 17.000 habitantes, Daimiel es una ciudad dinámica, rica en cultura, patrimonio y naturaleza, y puerta de entrada al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, uno de los humedales más valiosos de Europa. Venir aquí es hacer un viaje al pasado… y al corazón vivo de La Mancha.