Volver atrás

Historia

Ruidera

Ruidera crece al abrigo de uno de los parajes naturales más fascinantes de Castilla-La Mancha: sus lagunas. Su historia, tan antigua como el rumor del agua que les da nombre, comienza ya en el Paleolítico Inferior. Durante siglos, los seres humanos han habitado este entorno privilegiado, dejando huellas desde la Edad del Bronce con motillas y morras, hasta la época romana, de la que aún quedan villas, casas aisladas y restos de una vía que recorría longitudinalmente las lagunas.

Los castillos de Peñarroya y Rochafrida, construidos entre los siglos X y XI, nos recuerdan el paso de los árabes, mientras que tras la Reconquista, entre 1213 y 1217, fueron las órdenes de San Juan y Santiago quienes gestionaron este territorio salpicado de agua y leyendas. La Edad Media trajo consigo la caza, el esparto, los molinos y batanes que aprovecharon la fuerza del agua para dar vida al lugar.

 
Imagen de la casa del administrador en el municipio de Ruidera
 

En el siglo XVIII, Ruidera vivió un impulso decisivo con la construcción de la Real Fábrica de Pólvora, promovida por el infante Don Gabriel, hijo de Carlos III, y diseñada por el prestigioso arquitecto Juan de Villanueva. Aquel proyecto industrial trajo consigo nuevas construcciones, como la casa del administrador, y atrajo a numerosos trabajadores que consolidaron el crecimiento del núcleo urbano.

No fue hasta el 21 de septiembre de 1990 cuando Ruidera se convirtió en municipio independiente, tras siglos como aldea dependiente de Argamasilla de Alba. Desde su declaración como Parque Natural en 1979, las Lagunas de Ruidera han sido el alma de esta tierra, configurando no solo su paisaje, sino también su memoria. Un viaje a Ruidera es, al fin y al cabo, un paseo por siglos de historia bañados por aguas cristalinas.